miércoles, 9 de febrero de 2011

Emociones y motivación

Motivación
En sus estudios sobre las razones que nos inducen a comportarnos de una determinada manera, los psicólogos han formulado una serie de teorías y han seguido diversos caminos para confirmarlas o refutarlas.
Teorías de la motivación
Las teorías de la motivación se agrupan en 3 categorías. Algunas subrayan la base biológica de la motivación, otras acentúan la importancia del aprendizaje y otras se concentran en el papel de los factores cognitivos.
Teorías Biológicas
Una de las teorías más antiguas de este grupo en la que atribuye la conducta humana a la herencia de los instintos, que actualmente definimos como pautas relativamente complejas de comportamiento que no ha sido aprendidas, como en los pájaros el instinto de construir el nido y el de buscar comida en las hormigas. Sin embargo, estos teóricos consideraros “instintos” rasgos como la curiosidad, el gregarismo o la adquisición, pero no lograron determinar un número limitado de instintos para poder explicar la conducta humana. Además, la teoría de los instintos no podía explicar las diferencias individuales. Estas razones, así como el creciente conocimiento de parte de los psicólogos sobre la importancia que el aprendizaje y el pensamiento desempeñan en el comportamiento humano, les llevó a abandonar la teoría de los instintos.
La teoría del impulso, tal y como fue desarrollada por Hull (1943), intentó superar estas deficiencias. Hull acentuó la importancia de los impulsos biológicos, estados de intención interna, que impelen a los animales y a las personas a la acción. A diferencia de los instintos, que se supone que no sólo impulsan sino que también dirigen la conducta, los impulsos proveen sólo de la energía que predispone la acción. Lo hacen produciendo un estado de tensión que la persona o el animal desea modificar. La reducción de ese impulso representa el refuerzo suficiente para que se produzca el aprendizaje. Así, si un perro es acuciado por el hambre y por casualidad encuentra comida entra la basura, aprenderá a buscar en ésta cada vez que tenga hambre. Aunque la teoría del impulso ha perdido interés, en parte por no tener en consideración los nuevos conocimientos sobre los procesos cognitivos subyacentes al comportamiento humano, todavía existe un generalizado consenso sobre la existencia de los impulsos humanos tanto aprendidos como no aprendidos.
Otros psicólogos propugnaron la existencia de impulsos psicológicos junto a los biológicos para explicar la conducta humana. Desde que en 1938, cuando Henry A. Murria sugirió por vez primera que la satisfacción de ciertas necesidades activa y dirige la conducta, algunos psicólogos han intentado identificar y medir tales necesidades. Mientras Hull había estudiado principalmente necesidades fisiológicas como el hambre, la sed o la sexualidad, el creciente énfasis puesto en las necesidades psicológicas y en la diferencia que se producen en éstas entre una persona y otra, condujo finalmente al enfoque humanista, representado por Abraham Maslow (1970).

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